La higiene vocal se define como un conjunto de normas básicas que ayudan a preservar la salud vocal y a prevenir la aparición de alteraciones y dolencias (Behlau & Pontes, 1993). Estas normas apelan a disminuir o eliminar conductas riesgosas para la voz, entre ellas: gritar, carraspear y toser, comunicarse en entornos ruidosos, usar la voz mientras se realiza esfuerzo físico, imitar voces, susurrar, utilizar la voz mientras se cursa con faringitis o laringitis, uso de productos nocivos (como tabaco, alcohol, drogas), exceso de habla, uso excesivo del teléfono, consumo de alimentos irritantes, entre otros.
Fecha: 24 de agosto 2015
El rol del Fonoaudiólogo ante la higiene vocal, consiste habitualmente en informar a los ususarios acerca de estas conductas inadecuadas, hacer conscientes las consecuencias en la laringe y en la fonación si éstas persisten en el tiempo, o bien sugerir e indicar no realizarlas o disminuir su frecuencia.
Si bien el instaurar una adecuada higiene vocal en una persona que utiliza su voz es parte ineludible de una intervención vocal, ya sea de promoción, prevención o terapia; el modelo en que el Fonoaudiólogo se ampara para aplicarla, es mas bien biomédico, es decir, apela a la mejora del órgano emisor más que al bienestar integral del usuario al aplicarla; se utiliza una mirada conductista, ya que se intenta modificar el actuar más que cambiar el hábito de vida que implica una reflexión respecto a su origen y permanencia en la vida del individuo y por último, se suele dictaminar como una «regla» entregada por el terapeuta que el usuario debe seguir si no quiere enfermarse o mejorarse más que estableciendo un compromiso con él mismo reconociendo los beneficios que puede traerle en su vida y con real convencimiento.
Es así que muchas veces las intervenciones de voz fallan o las personas mantienen la higiene vocal por el tiempo que dure la terapia o el taller y luego la olvidan volviendo a sus antiguos hábitos.
La propuesta en el cambio metodológico para abordar la higiene vocal, se basa en un enfoque holístico, que cambia el paradigma de la «norma» hacia el del autocuidado, lo que implica en primera instancia, que si bien el individuo es consciente de cuáles son las conductas abusivas con su voz, hace una reflexión respecto a las razones que lo llevaron a éstas. En una segunda instancia, revisa en conjunto con el terapeuta el cuáles y de qué manera podría modificar, en el grado que la persona sienta que es capaz en ese momento y estableciendo compromisos y desafíos personales, guiados por el Fonoaudiólogo, pero no impuestos por éste. En última instancia, se apela constantemente el concepto de salud como un estado de bienestar que es propio, personal y cuyo logro es responsabilidad de la propia persona, pero si no se logra del todo, no es «culpa» de ésta sino un llamado a darse cuenta de qué elementos de la propia vida entran en disonancia y se les debe dar nuevo curso. En este enfoque, la incorporación de medicinas complementarias e integrativas, son un gran aporte, sin embargo lo esencial es la mirada que tendrá el Fonoaudiólogo respecto al objetivo de la intervención con el o los usuarios.
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