Fecha: 2 de junio 2020
El reflujo es una afección comúnmente presente en las personas que asisten a consulta tanto de médico otorrinolaringólogo como de fonoaudiólogo de voz. Pero a pesar de ser una patología bastante frecuente, muchas veces pasa desapercibida o no es correctamente diagnosticada.
Dentro de las consideraciones importantes acerca de esta condición, se encuentra el hecho de que no sólo existe un tipo de reflujo, si no, dos. El Reflujo Gastroesofágico (RGE), es el más conocido por el común de las personas, y ocurre cuando el contenido gástrico sube y se devuelve por el esófago. Esto normalmente no debería ocurrir, ya que al final del esófago existe un esfínter (esfínter esofágico inferior) que al cerrarse evita el paso de contenido estomacal hacia las vías superiores. Este tipo de reflujo se caracteriza por producir tres síntomas típicos: (1) Regurgitación o sensación de devolución del contenido gástrico hacia el pecho, (2) Sensación de acidez estomacal, y (3) Sensación de ardor en el pecho; síntomas que comúnmente son identificados por los usuarios.
Sin embargo, cuando este contenido gástrico sobrepasa el esfínter ubicado en la parte superior del esófago (esfínter esofágico superior), llegando hasta la laringe y faringe, se produce el Reflujo Faringolaríngeo (RFL), también llamado reflujo silencioso, debido a que en muchas ocasiones se presenta como asintomático. Su prevalencia es muy alta, estando presente en aproximadamente un 10% de los usuarios que acuden a la consulta de otorrinolaringología y hasta en un 50% de los usuarios que presentan disfonía.
La acidez estomacal, síntoma muy frecuente en el RGE, se produce debido a una irritación en el tejido del esófago. En el caso del RFL, no se percibe este síntoma, debido a que el contenido gástrico no permanece en el esófago durante mucho tiempo, y el ácido no alcanza a irritar los tejidos. Sin embargo, se requiere solo un poco de material regurgitado para producir una irritación en la mucosa de la laringe y faringe, ya que ésta no se encuentra preparada para recibir este tipo de contenido, y es considerablemente más delicada. Es así, como este tipo de reflujo ocasionará una alteración de la mucosa de la laringe y pliegues vocales, produciendo así una posible disfonía.
Otros síntomas que se pueden encontrar en el RFL son: ronquera en la voz, necesidad constante de carraspear, sensación de boca seca y amarga, sensación de cuerpo extraño en la garganta (mayor percepción de secreciones mucosas), tos crónica, dolor de garganta, dificultad para tragar, y percepción de una voz de menor calidad en las mañanas, entre otros.
El tratamiento de este tipo de patología se constituye principalmente de modificaciones en hábitos alimenticios y de estilo de vida, además de medicamentos antiácidos, otorgados por el médico otorrinolaringólogo. En casos más severos se considera también una intervención quirúrgica.
Algunas de las recomendaciones conductuales para reducir el RFL son:
En caso de presentar algunos de los síntomas descritos anteriormente y tener una disfonía que se extienda por más de dos semanas, se recomienda consultar con un Otorrinolaringólogo.
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